Draco, del cáncer a la productividad
“Por ahora sólo hay lugar para el disfrute”
Presentó su último disco, que marca
su regreso luego de una importante enfermedad. Sus días con Menudo, las
drogas y el ser boricua.
Fotos: Pablo Stubrin
Cuando Draco se ríe, lo hace con ganas. Toma envión hacia
atrás, se retuerce entre sus rodillas y sus puños y explota en una
carcajada contagiosa ante la atenta mirada de un camarógrafo que gira
como el paso del reloj que se mueve a sus espaldas. El artista está
contento. Y razones no le faltan. Vida, su último disco –con el que
debutó a principios de año en el puesto uno en el Latin Top Albums de
Billboard y que hace unas semanas alcanzó el máximo escalafón en los
discos latinos más vendidos de Estados Unidos–, significa su vuelta al
ruedo artístico luego de superar un cáncer en el estómago que lo tuvo
alejado del estudio y de los escenarios durante varios años.
El
material comprende dieciséis duetos con gran parte de los más conocidos
referentes de la música hispanoamericana. Desde Juan Luis Guerra hasta
Calle 13, pasando por Alejandro Sanz, Maná, Andrés Calamaro, Juanes y
Shakira. “Me hubiese gustado contar con Cerati y Spinetta, quien fue una
gran inspiración para mi primer disco y del que, al igual que con Sumo,
tengo el mejor de los recuerdos musicales”. Del trabajo también forma
parte Ricky Martin, su amigo y ex compañero de Menudo a quien, bajo el
seudónimo de Ian Blake, le escribió varios éxitos como “María”, “Livin’
La vida loca” y “She bangs”. “La idea de este disco era dejar un
legado”, dice Draco y abre los ojos de sur a norte. “El tema es que
ahora estoy vivo, celebrando la vida con una idea de la que no me llevo
las medallas, pero de la que me siento completamente agradecido”.
–¿Cuáles fueron tus sensaciones al hacer un disco con semejante peso?
–Fueron
etapas. Al principio lo acepté, luego me deprimí, pero en un momento
encontré una cierta fe, algo que va más allá de la vida propia. No tenía
fe en que iba a vivir más sino en que iba a estar bien. Si no me
levanto, no me levanto. Y así trabajé el disco. Cuando lo terminé me
encontré con que estaba libre de cáncer. Por eso le puse Vida.
–El
disco cuenta con el aporte de muchos exponentes de diferentes géneros y
en tus discos siempre fue difícil encontrar un patrón. ¿Por qué nunca
te anclaste a un género?
–Me criticaron mucho por
eso. Hay gente que disfruta de mi música por discos, no por mí. Y eso
me gusta. Son todos diferentes y eso me da la pauta de que, como me crié
escuchando buena música, al final del día me puedo sentar a escuchar un
tema con cualquier persona y saber que está bien. Por su melodía, sus
letras. Cuando me enfermé dejé de tocar la guitarra y me puse con el
piano porque no me podía mover mucho, pero después tampoco podía tocar
el piano y me encontré con otra fase más simple que era hacer música
electrónica. Y ahora existe lo electrónico en mí. Son momentos.
–¿Qué música escuchabas durante tu enfermedad?
–Cuando
estaba enfermo y dudando mucho, escuché a Rachmaninov. Después del
trasplante, música navideña. Sobre todo Sinatra. Y es que había leído un
libro sobre la memoria de las células en el que encontré lo importante
que era estar con una actitud positiva. Me enteré que, cuando me
hicieron el trasplante de médula, una de las donantes a la que le
sacaron 20 millones de células siempre estaba feliz, mientras que otra a
la que le sacaron 500 mil estaba medio deprimida.
–¿Seguís leyendo a los escritores malditos que tanto te inspiraron?
–Estoy
visitando a Jaime Sabines y leyendo El mundo de Sofía, que es un repaso
básico de filosofía, pero necesito salud para poder consumir ciertas
cosas. Necesito estar un poco más arriba. Estoy regresando de a poco.
Por ahora sólo hay lugar para el disfrute.
–¿Qué fue lo que más cambió en vos desde que te enteraste que te habías recuperado?
–Antes
bebía mucho alcohol y no me cuidaba. Pero a la idea de no hacer nada la
estoy aceptando y gozando. Me empecé a permitir cosas. Es difícil no
estar componiendo.
–¿En la nada comienza el proceso creativo?
–Es
muy loco eso. Porque también me lo pregunto. Y no lo sé porque ahora
que no me excedo con el alcohol y no consumo drogas, no lo sé. Todavía
no lo ejercité. Tomo una cerveza como mucho y me porto bien. Es mi lado
radical. Necesito que pase tiempo para saber qué puedo dar de mí.
–¿Tenés temor de creer que dependés de las drogas o del alcohol para componer?
–No,
porque soy muy fiel a mis emociones. Y todo lo que me atraviesa lo
digo. Lo que vomito, lo que escupo. Sé lo que tengo adentro. Imaginate
que cuando pienso en todos los que se unieron para hacer este disco me
pongo a llorar. Es una bendición poder tenerlos a todos.
–¿Lo espiritual también es algo que apareció con fuerza desde tu enfermedad?
–Siempre
tuve mis conflictos. Fui monaguillo en escuelas privadas y me fui a
experimentar desde el budismo hasta con los indios Hopi en Arizona. Como
cualquier ser humano busqué de todo, pero me di cuenta de que todo es
nada. Y ahora me voy a la playa a ver los atardeceres porque aprendí a
darme cuenta de que todo es más lindo cuando antes me tenía que ir a un
lugar a buscar ciertas cosas. Ahora las encuentro en cualquier rincón.
La
charla con Draco está atravesada por la confrontación de la vida y la
muerte. Cada pregunta lo lleva a resignificar toda la cadena de sucesos
que comprenden su existencia. Desde sus comienzos en Menudo de los que
ahora dice tener grandes recuerdos hasta la relación con su pareja. “Hoy
me río cuando me veo en Menudo con esos pelos. Y la prueba de eso es
que cuando me fui grabé una canción de esa época. Algo así como ‘Me
importa tres carajos’ lo que puedan decir. Si no hubiese sido por todo
lo que viví en esos años no hubiese llegado a ser quien soy”, afirma el
artista, que tiene dos hijos adolescentes con Ángela Alvarado, a quien
conoció hace 25 años cuando protagonizó la película Salsa. “Amo a mi
mujer, pero creo que lo nuestro ha sido especial. Creo que distanciarnos
a menudo mantiene a nuestra familia unida. Amo lo que ella representa
cuando estoy lejos de ella. Ser fiel es complicado porque es una
realidad imperfecta, pero le buscamos sentido a nuestra relación”,
asegura.
–¿Cómo sobrellevaste tu tratamiento como padre?
–Lo
llevé de a poco. Fue difícil ver las caras de mis hijos a diario. Su
dolor. Pero ahora a la distancia me doy cuenta de que viví momentos
impresionantes. Historias muy fuertes.
–¿De qué tipo?
–Me
sentía enfermo y nadie sabía qué era lo que tenía. Todos tenían dudas.
Pero yo me metí el dedo para salvarme la vida. Me hice alternativo,
vegano, probé todo tipo de tratamientos raros, hice quimioterapia y el
trasplante de la médula ósea. Y un día me rompí a llorar porque ya no me
podía mover y mi mujer me dijo que había una persona que podía hacer
algo por mí. Un tipo que vivía en El Salvador y que justo estaba por mi
barrio. Y vino a mi casa, rezó y me dijo que esa noche me iban a llamar
para decirme qué tenía. Pasaron las ocho, las nueve de la noche y a las
diez me llamó el doctor para decirme qué tenía. Ese día volví a dormir
bien luego de varios meses.
–¿Eso te llevó a creer?
–No,
porque yo no tengo ni puta idea de quién es dios, pero hay algo que
pasa y que no entendemos. Sólo sé que ahora estoy aquí sin cáncer.
–¿Cómo recibiste la noticia de que te habías curado?
–Cuando
me dijeron que ya no tenía cáncer me deprimí por completo. Era el 31 de
diciembre de 2012. Fue difícil aceptarlo. Estuve tres días en el sofá
mirando ese programa en el que construyen casas. Mi familia estaba
completamente feliz a mi alrededor, y yo no. Y un día me levanté y
comencé a caminar una cuadra y poco a poco fui dando pasos. Hasta que un
día terminé grabando un video con Ricky.
–¿Cómo fue el reencuentro con Ricky?
–Increíble.
Son muchos años. Desde Menudo hasta hoy. Pasamos muchas épocas. En un
momento estuvimos muy arriba, pero ahí decidí irme.
–¿Por qué?
–Porque
llegó un momento que lo que vivía sólo eran números. Billetes. Y se
acabaron las ideas. Se dejó de hacer música. Y me encontré rodeado de
mucha gente y sentí que ya no tenía que hacer nada por allí.
–Naciste en Nueva York pero de niño te fuiste a vivir a Puerto Rico, ¿te considerás estadounidense?
–Para
nada. Qué sé yo de Nueva York. Si soy de algún lado es de Puerto Rico,
boricua. Porque me gusta el Caribe y también porque está en mi sangre.
Pero en realidad soy un draconiano. Un habitante de todo el mundo.