jueves, 8 de agosto de 2013

Draco Rosa: Entrevista Revista 23, Argentina. Agosto.2013

Draco, del cáncer a la productividad

“Por ahora sólo hay lugar para el disfrute”




Presentó su último disco, que marca su regreso luego de una importante enfermedad. Sus días con Menudo, las drogas y el ser boricua.


 
Por Bruno Lazzaro
 
Fotos: Pablo Stubrin 
 
 
Cuando Draco se ríe, lo hace con ganas. Toma envión hacia atrás, se retuerce entre sus rodillas y sus puños y explota en una carcajada contagiosa ante la atenta mirada de un camarógrafo que gira como el paso del reloj que se mueve a sus espaldas. El artista está contento. Y razones no le faltan. Vida, su último disco –con el que debutó a principios de año en el puesto uno en el Latin Top Albums de Billboard y que hace unas semanas alcanzó el máximo escalafón en los discos latinos más vendidos de Estados Unidos–, significa su vuelta al ruedo artístico luego de superar un cáncer en el estómago que lo tuvo alejado del estudio y de los escenarios durante varios años.
El material comprende dieciséis duetos con gran parte de los más conocidos referentes de la música hispanoamericana. Desde Juan Luis Guerra hasta Calle 13, pasando por Alejandro Sanz, Maná, Andrés Calamaro, Juanes y Shakira. “Me hubiese gustado contar con Cerati y Spinetta, quien fue una gran inspiración para mi primer disco y del que, al igual que con Sumo, tengo el mejor de los recuerdos musicales”. Del trabajo también forma parte Ricky Martin, su amigo y ex compañero de Menudo a quien, bajo el seudónimo de Ian Blake, le escribió varios éxitos como “María”, “Livin’ La vida loca” y “She bangs”. “La idea de este disco era dejar un legado”, dice Draco y abre los ojos de sur a norte. “El tema es que ahora estoy vivo, celebrando la vida con una idea de la que no me llevo las medallas, pero de la que me siento completamente agradecido”.

–¿Cuáles fueron tus sensaciones al hacer un disco con semejante peso?
–Fueron etapas. Al principio lo acepté, luego me deprimí, pero en un momento encontré una cierta fe, algo que va más allá de la vida propia. No tenía fe en que iba a vivir más sino en que iba a estar bien. Si no me levanto, no me levanto. Y así trabajé el disco. Cuando lo terminé me encontré con que estaba libre de cáncer. Por eso le puse Vida.

–El disco cuenta con el aporte de muchos exponentes de diferentes géneros y en tus discos siempre fue difícil encontrar un patrón. ¿Por qué nunca te anclaste a un género?

–Me criticaron mucho por eso. Hay gente que disfruta de mi música por discos, no por mí. Y eso me gusta. Son todos diferentes y eso me da la pauta de que, como me crié escuchando buena música, al final del día me puedo sentar a escuchar un tema con cualquier persona y saber que está bien. Por su melodía, sus letras. Cuando me enfermé dejé de tocar la guitarra y me puse con el piano porque no me podía mover mucho, pero después tampoco podía tocar el piano y me encontré con otra fase más simple que era hacer música electrónica. Y ahora existe lo electrónico en mí. Son momentos.

–¿Qué música escuchabas durante tu enfermedad?

–Cuando estaba enfermo y dudando mucho, escuché a Rachmaninov. Después del trasplante, música navideña. Sobre todo Sinatra. Y es que había leído un libro sobre la memoria de las células en el que encontré lo importante que era estar con una actitud positiva. Me enteré que, cuando me hicieron el trasplante de médula, una de las donantes a la que le sacaron 20 millones de células siempre estaba feliz, mientras que otra a la que le sacaron 500 mil estaba medio deprimida.

–¿Seguís leyendo a los escritores malditos que tanto te inspiraron?

–Estoy visitando a Jaime Sabines y leyendo El mundo de Sofía, que es un repaso básico de filosofía, pero necesito salud para poder consumir ciertas cosas. Necesito estar un poco más arriba. Estoy regresando de a poco. Por ahora sólo hay lugar para el disfrute.

–¿Qué fue lo que más cambió en vos desde que te enteraste que te habías recuperado?

–Antes bebía mucho alcohol y no me cuidaba. Pero a la idea de no hacer nada la estoy aceptando y gozando. Me empecé a permitir cosas. Es difícil no estar componiendo.

–¿En la nada comienza el proceso creativo?

–Es muy loco eso. Porque también me lo pregunto. Y no lo sé porque ahora que no me excedo con el alcohol y no consumo drogas, no lo sé. Todavía no lo ejercité. Tomo una cerveza como mucho y me porto bien. Es mi lado radical. Necesito que pase tiempo para saber qué puedo dar de mí.

–¿Tenés temor de creer que dependés de las drogas o del alcohol para componer?

–No, porque soy muy fiel a mis emociones. Y todo lo que me atraviesa lo digo. Lo que vomito, lo que escupo. Sé lo que tengo adentro. Imaginate que cuando pienso en todos los que se unieron para hacer este disco me pongo a llorar. Es una bendición poder tenerlos a todos.

–¿Lo espiritual también es algo que apareció con fuerza desde tu enfermedad?

–Siempre tuve mis conflictos. Fui monaguillo en escuelas privadas y me fui a experimentar desde el budismo hasta con los indios Hopi en Arizona. Como cualquier ser humano busqué de todo, pero me di cuenta de que todo es nada. Y ahora me voy a la playa a ver los atardeceres porque aprendí a darme cuenta de que todo es más lindo cuando antes me tenía que ir a un lugar a buscar ciertas cosas. Ahora las encuentro en cualquier rincón.

La charla con Draco está atravesada por la confrontación de la vida y la muerte. Cada pregunta lo lleva a resignificar toda la cadena de sucesos que comprenden su existencia. Desde sus comienzos en Menudo de los que ahora dice tener grandes recuerdos hasta la relación con su pareja. “Hoy me río cuando me veo en Menudo con esos pelos. Y la prueba de eso es que cuando me fui grabé una canción de esa época. Algo así como ‘Me importa tres carajos’ lo que puedan decir. Si no hubiese sido por todo lo que viví en esos años no hubiese llegado a ser quien soy”, afirma el artista, que tiene dos hijos adolescentes con Ángela Alvarado, a quien conoció hace 25 años cuando protagonizó la película Salsa. “Amo a mi mujer, pero creo que lo nuestro ha sido especial. Creo que distanciarnos a menudo mantiene a nuestra familia unida. Amo lo que ella representa cuando estoy lejos de ella. Ser fiel es complicado porque es una realidad imperfecta, pero le buscamos sentido a nuestra relación”, asegura.

–¿Cómo sobrellevaste tu tratamiento como padre?

–Lo llevé de a poco. Fue difícil ver las caras de mis hijos a diario. Su dolor. Pero ahora a la distancia me doy cuenta de que viví momentos impresionantes. Historias muy fuertes. 

–¿De qué tipo?

–Me sentía enfermo y nadie sabía qué era lo que tenía. Todos tenían dudas. Pero yo me metí el dedo para salvarme la vida. Me hice alternativo, vegano, probé todo tipo de tratamientos raros, hice quimioterapia y el trasplante de la médula ósea. Y un día me rompí a llorar porque ya no me podía mover y mi mujer me dijo que había una persona que podía hacer algo por mí. Un tipo que vivía en El Salvador y que justo estaba por mi barrio. Y vino a mi casa, rezó y me dijo que esa noche me iban a llamar para decirme qué tenía. Pasaron las ocho, las nueve de la noche y a las diez me llamó el doctor para decirme qué tenía. Ese día volví a dormir bien luego de varios meses.

–¿Eso te llevó a creer?

–No, porque yo no tengo ni puta idea de quién es dios, pero hay algo que pasa y que no entendemos. Sólo sé que ahora estoy aquí sin cáncer.

–¿Cómo recibiste la noticia de que te habías curado?

–Cuando me dijeron que ya no tenía cáncer me deprimí por completo. Era el 31 de diciembre de 2012. Fue difícil aceptarlo. Estuve tres días en el sofá mirando ese programa en el que construyen casas. Mi familia estaba completamente feliz a mi alrededor, y yo no. Y un día me levanté y comencé a caminar una cuadra y poco a poco fui dando pasos. Hasta que un día terminé grabando un video con Ricky.

–¿Cómo fue el reencuentro con Ricky?

–Increíble. Son muchos años. Desde Menudo hasta hoy. Pasamos muchas épocas. En un momento estuvimos muy arriba, pero ahí decidí irme.

–¿Por qué?

–Porque llegó un momento que lo que vivía sólo eran números. Billetes. Y se acabaron las ideas. Se dejó de hacer música. Y me encontré rodeado de mucha gente y sentí que ya no tenía que hacer nada por allí.

–Naciste en Nueva York pero de niño te fuiste a vivir a Puerto Rico, ¿te considerás estadounidense?

–Para nada. Qué sé yo de Nueva York. Si soy de algún lado es de Puerto Rico, boricua. Porque me gusta el Caribe y también porque está en mi sangre. Pero en realidad soy un draconiano. Un habitante de todo el mundo.

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